Pues ahí estaba yo, “armado” con mi trípode (que Cova odia a pesar de que me lo regaló ella), dispuesto a tomar algunas fotos nocturnas a Roma, habíamos paseado un rato a la orilla del río Tíber hacia este lugar, aquella noche de febrero hacía frio, pero la temperatura no era desagradable, unas fotos y a cenar, ese era el plan.
Pero la cosa se complicó un poco, cuando me puse a colocar la cámara en el trípode, me di cuenta de que faltaba la pastilla de enganche, a mi mente vino una imagen rápidamente, había quedado enganchada a otra cámara que había usado días antes para grabar un video para mi canal de Youtube. Maldiciendo mi suerte… o más bien mi cabeza, no solo por no poder sacar fotos nocturnas decentes, si no también porque el condenado trípode pesa bastante y ahora era una carga inútil, busqué la forma de sacar la foto de la mejor manera posible, evitar a la gente y encuadrar bien la imagen, aguantando la respiración, apoyándome en unos bolardos… al final decidí apoyar la cámara en el suelo, para darle más tiempo de exposición a la escena y así evitar a la gente que caminaba (porque esa es otra, cuando llegué no había casi nadie y de repente empezó a llenarse de gente). El caso es que, salvo el encuadre, la escena quedó más o menos decente.
Castillo Sant'Angelo es un monumento muy llamativo, pese a su estética tan sobria, suele aparecer mucho en las fotografías de la gente que visita la ciudad, en parte por su fama ganada a través de libros y películas, en parte también por su cercanía a la Ciudad del Vaticano, pero también una pequeña parte de la “culpa” la tiene su historia, cargada de anécdotas. Ya que fue construido como mausoleo del emperador Adriano en el año 139, pero a lo largo de los años fue también fortaleza militar, por ejemplo, fue durante un mes el refugio del Papa Clemente VII durante el asedio y saqueo de Roma en el año 1527, que llevaron a cabo las tropas del rey Carlos I de España, Emperador del Sacro Imperio Romano.
También sirvió como prisión para la Inquisición, ya sabéis lo poco que le gustaba a la Iglesia esas teorías de muchos astrónomos y científicos por entonces, y también fue utilizado como hospital improvisado ante epidemias que asolaron la ciudad.
Como veis un edificio lleno de historia, del que nos quedó la espinita clavada de no visitarlo por dentro, pero siempre hay que dejar algún motivo que te haga volver a la ciudad ¿no?.
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