Miyajima es un sitio precioso, uno de esos sitios que siempre ves recomendado en cualquier guía de viaje, pero hay veces que por lo que sea, y por espectacular que sea el sitio hay que dejarlo de lado.
Nosotros desechamos la idea de ir a Miyajima, al enterarnos, poco después de decidir irnos a Japón, que este verano de 2019, el famoso Torii empezaría con obras de restauración y estaría cubierto por andamios durante muchos meses.
El caso es que, si buscáis fotos de la isla veréis que una gran mayoría, tienen como centro de atención el mencionado Torii (incluso si las buscáis de Japón en general). Y aun así aunque Miyajima tiene muchos otros atractivos turísticos como el santuario Itsukushima (al cual pertenece el Torii), o la pagoda del mismo, así como el precioso pueblo y la ascensión al monte Misen. Por no hablar de sus alojamientos con onsen… Decidimos descartar su visita, que conllevaba un largo desplazamiento desde Kioto, así o dedicábamos un día más a ver templos en Kioto (lo cual no era totalmente de nuestro agrado) o decidíamos sobre la marcha una excursión de un día a algún otro punto de interés (el monte Koya era nuestra preferida).
Pero una vez en Japón y cuando se aproximaba ya el fin del viaje, decidimos que era injusto no dedicarle una visita a Hiroshima y a Miyajima, la belleza de la isla, y aunque el Torii estuviera cubierto, bien lo merecía. Había buscado durante todo el tiempo de estancia en las islas, una webcam que me permitiera, a distancia, ver el estado del torii, pero la búsqueda no había dado sus frutos, tan solo una toma lejana en la que no se distinguía muy bien la estructura.
También había leído que el torii iba a deshacerse de los andamios durante un breve periodo, durante un importante festival que tenía lugar en la isla a finales de Julio, y que justo después se iba a cubrir ya por completo definitivamente.
Así que sin saber si lo íbamos a poder tan icónico monumento, nos pusimos rumbo a Hiroshima y Miyajima, no sin antes hacer una parada en Himeji para ver el castillo.
La idea, era llegar para ver la puesta de sol desde algún lugar de la isla, ya nos habíamos resignado a que el Torii no estaría presente en las fotos, cuando al acercarnos en el ferry que lleva a la isla desde el puerto de Hiroshima, empezamos a ver su estructura completamente libre de andamios. Nuestra alegría iba en aumento conforme nos acercábamos más y más, el Torii estaba libre y era plenamente visible.
Y pese a que teníamos muy poco tiempo para disfrutar de la isla, empezamos a caminar como alma que lleva el diablo, buscando los sitios más fotogénicos para el atardecer, la gente se agolpaba ya en las orillas esperando el momento, tal vez uno de los últimos atardeceres con el Torii que se pueda apreciar en muchos meses.
Nos fuimos de la isla ya de noche, contentos, por haber visto el Torii y a la vez un poco tristes, primero porque el viaje iba tocando ya a su fin, y segundo porque Miyajima aun tenía mucho que ofrecernos y habíamos visto solo una pequeña parte, arrepentidos en parte por haberla descartado solo por el torii.
Así que nos dijimos mutuamente que nuestra próxima visita a Japón (eso ya lo teníamos decidido), pasaríamos por Miyajima, y también haríamos noche en esta preciosa isla.
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