domingo, 4 de agosto de 2019

EL CASTILLO DE HIMEJI (HIMEJI - PREFECTURA DE HYOGO - JAPÓN)




Templos, pagodas, santuarios, puentes, casas tradicionales… Japón es un país plagado de patrimonio histórico digno de ser visto, entre todas estas construcciones siempre destacan estéticamente sus preciosos e imponentes castillos medievales, aun así mucho de este patrimonio ha sido reconstruido en las últimas décadas, ya que el paso del tiempo no ha tenido compasión con sus estructuras normalmente basadas en la madera, y además las guerras internas, y sobre todo la fatídica Segunda Guerra Mundial, con sus intensos bombardeos se han encargado de destrozar parte de este patrimonio. A lo largo y ancho de las islas podemos encontrar bastantes castillos de este tipo, pero solo unos pocos son originales, en concreto 12.

El Castillo Himeji, situado en la localidad del mismo nombre, es uno de esos castillos originales del periodo Edo, apodado también la garza blanca debido al brillante color blanco de sus paredes de yeso blanco (que es ignífugo), hoy en día es Patrimonio de la Humanidad y Tesoro Nacional de Japón. Y es junto los castillos de Matsumoto y el de Kumamoto, el castillo más famoso del país.

Como hemos dicho, el Castillo de Himeji no es una reconstrucción, si no que es el edificio original (con varias rehabilitaciones eso sí) que fue construido hacia 1346.

Ni el tiempo, ni los terremotos, ni las guerras pudieron con él, es más, durante la Segunda Guerra Mundial, varias bombas cayeron sobre la ciudad de Himeji, alguna fue a parar al castillo que por entonces se había “pintado” de negro para que no fuese tan visible a los bombarderos, pues bien, milagrosamente, ninguna de las bombas que cayó sobre el castillo llego a explotar, salvando su estructura prácticamente intacta. Se habla incluso que los pilotos de los bombarderos no eran muy partidarios de bombardearlo por su imponente estética.

El caso es que, una vez finalizado el triste conflicto, Japón empezó su reconstrucción y resurgimiento de sus cenizas, el pueblo japonés veía también como muchos de sus símbolos habían sido borrados de la faz de la tierra, pero el ver que algunos quedaban en pie causo una gran satisfacción a la población. El castillo empezó a ser restaurado en 1950 y fue cada vez convirtiéndose más popular para el turismo. Siendo visita obligada para todo aquel que se mueva por la zona.

Aun así tras la última restauración de 2009 (finalizada hace pocos años), se vacío su interior para dejar mas espacio a la enorme afluencia de turistas y se llevo todo el mobiliario a un museo cercado, dejando la visita al castillo un poco sosa en su interior.
Pero caminar por fuera de sus muros, es algo imprescindible, el paseo por sus exteriores es sumamente interesante ya no solo por las preciosas vistas, si no porque se compone de una especie de estructuras con puertas y pasadizos a forma de laberinto que ralentizaban en su época al ejercito enemigo y lo confundía, una autentica fortaleza vamos.


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