jueves, 14 de marzo de 2019

UN COLORIDO MERCADILLO NOCTURNO (LUANG PRABANG - LAOS)



Cuando empieza a caer la noche en Luang Prabang, hay cientos de lugares a los que acudir, podemos observar magnificas puestas de sol con el Mekong de fondo, podemos observar como la ciudad se prepara para acoger la noche, con cientos de locales engalanándose para servir cenas, o copas, podemos ver las últimas horas de actividad de los monjes en los diferentes monasterios, pero una visita imprescindible debe ser el mercado nocturno.

A lo largo de la calle Sisavangvong, encontraremos a esas horas un sinfín de puestos ambulantes que nos ofrecerán la más variada artesanía laosiana. Pasear por el se convierte en una actividad si no obligatoria, si muy recomendable, y más cuando a ambos extremos del mercado podemos encontrar una amplia oferta gastronómica, para cenar, y/o tomarnos una buena Beer Lao.

Como ya comentamos en otra foto similar (pero de día), esta ubicación del mercado no es tradicional, ya que tan solo lleva realizándose desde 2002, auspiciado por la gran afluencia de turistas en las últimas décadas al país, aun así se ha convertido en una actividad muy popular en la ciudad. Un mar de toldos azules y rojos cubre la calle, iluminados con cientos de bombillas y farolillos ofrecen una imagen increíble, la espesura es tal que a veces caminar entre los puestos, con la gran afluencia de personas que suele registrarse, se convierte en una tarea complicada.

Aunque si queréis siempre podéis admirar el conjunto desde las alturas, desde alguno de los múltiples restaurantes que cuentan con terraza en la azotea, o si no, a la altura del palacio real, aquí justo en la acera de enfrente, podemos encontrar un pequeño parque, que da acceso a la subida al monte Phousi, su carácter elevado sobre la vía principal lo hacen ideal para tomar buenas fotos.

Este monte, en pleno corazón de la ciudad, ofrece unas vistas en 360º de los alrededores y tras una subida de no se cuantos cientos de escalones, tras la que llegas empapado en sudor y con una sed de la hostia a la cumbre (algunos avispados lugareños venden agua justo al final), puedes disfrutar de mágicas puestas de sol laosianas.

Tras disfrutar del espectáculo bajamos de nuevo los escalones, ya de noche, nos paramos en este punto a hacer fotos, por suerte yo llevaba el trípode (durante este viaje tenia la habilidad de no tenerlo encima cuando lo necesitaba y de llevarlo cuando no hacía falta). Fueron muchas las tomas que hicimos, mientras, Cova se divertía ensayando su inglés con varios niños laosianos que estaban con un profesor, le preguntaban su nacionalidad, su trabajo, etc. Un momento divertido y único de aquel día, que había sido muy intenso. Como premio final, una buena cena, y una refrescante cerveza pusieron el colofón a un día genial.






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