sábado, 16 de marzo de 2019

LAGO DI BRAIES (BOLZANO - ITALIA)




No hace falta moverse mucho por los Dolomitas para encontrarse con lugares que te quitan el aliento. Sus montañas, sus bosques, sus lagos, sus pueblos y un sinfín de lugares invitan a recorrer esta región de punta a punta, sin prisa, con la calma y el bienestar que imprime en tu ser la naturaleza.

Los lagos, esos enormes espejos que atrapan en sus aguas la belleza de su alrededor, siempre han sido lugares mágicos entre las montañas, llenos de mitos y de leyendas, suponen un gran atractivo para el turista. Así y como ya hemos comentado en este blog, hay decenas de lagos por toda la geografía de los Dolomitas, siendo algunos de los más famosos el de Sorapis, el de Misurina, el de Di Carezza, y este que veis en la foto de hoy, el de Di Braies.
Este lago que también es conocido con el nombre alemán de Pragser Wildsee, ya que se encuentra en una preciosa zona fronteriza entre Italia y Austria, y sin duda estamos ante uno de los lagos mas bonitos que podéis admirar en Europa.

Entre las montañas dolomíticas, salpicadas por frondosos bosques de coníferas, se encuentra un lago de aguas turquesas que dotan a la imagen en su conjunto de una belleza inusual. A su alrededor un camino cuidado recorre toda la orilla, recorrido durante el cual podemos tocar sus aguas en decenas de ocasiones, en playas fluviales, que suelen acompañarse con áreas de recreo donde pasar horas y horas disfrutando de la naturaleza. Aunque si no os apetece mucho caminar, podéis optar por recorrer sus aguas en barca, que están disponibles en el embarcadero que aparece en la foto.

Nosotros dejamos la visita para lo último, casi sin tiempo ya que esa noche teníamos que dormir en Verona, hicimos lo que pudimos para no irnos de Italia sin visitar tan bonito lugar, llegamos a última hora de la tarde, cuando el sol que había calentado todo el día fuertemente ya empezaba a bajar. El tiempo justo para hacer la ruta circular a su alrededor, una ruta que suele llevar hora y media a un ritmo pausado, mientras caminábamos el sol iba desapareciendo detrás de las escarpadas montañas, haciendo cambiar el color de las aguas, y aliviando todo sea dicho nuestra piel que ya se empezaba a resentir de tantas horas al sol.
Estábamos cansados ya que horas antes habíamos realizado la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo, pero no nos importó demasiado, ya que las vistas y la tranquilidad que en esos momentos reinaba en el lago daban fuerzas a nuestras piernas para movernos.

No teníamos mucho tiempo más, nos hubiese gustado habernos relajado tumbados en sus orillas, o cenado en el Hotel que se encuentra a la entrada, incluso cuando nos íbamos, la carretera se acercaba a la frontera con Austria, y si os digo la verdad, nuestro cuerpo pedía más y más naturaleza, pero tocaba volver a Verona y con ello abandonar la parte salvaje del viaje para adentrarnos en otra más cultural, aún quedaba mucho por ver, la propia Verona, otro lago más, aunque para mí con menos encanto, el de Di Garda, y por ultimo Milán. Al principio habíamos planeado visitar la Toscana, pero hay tantas y tantas cosas que hacer en el norte, que decidimos dejar esa otra región para otro viaje futuro y así verla con más calma.



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