El lago Yamdrok y sus aguas de intensos colores azulados y turquesas no dejan indiferente a ningún turista, que no dudará en pararse a sus orillas para disfrutar de las magníficas vistas que brinda desde gran parte de sus márgenes. Con sus 638 km² de superficie y sus más de 72 km de largo forma una gran masa de agua que los tibetanos consideran sagrada.
Los habitantes del Tíbet consideran cuatro de sus lagos como sagrados, al igual que muchas de sus montañas, ya que creen que en ella moran los dioses. En el caso de Yamdrok es habitual la peregrinación de los budistas hasta ciertos puntos de sus orillas, donde tienen lugar ciertas oraciones.
Nos dirigíamos abandonando ya la cordillera del Himalaya a la localidad de Gyantse en la que íbamos a pasar nuestros últimos días en el Tíbet partiríamos camino de Guilin.
Para ello teníamos que circular a través el paso Gamta, todos los pasos que habíamos visitado eran pintorescos a nuestros ojos, emocionantes vistas de las montañas, puestos de vendedores ambulantes ávidos de turistas, y banderas tibetanas por todas partes, pero en Gamta esos tres puntos se multiplicaban por tres, una enorme cantidad de banderas cubrían la carretera a su paso, al bajarte del coche decenas de vendedores ambulantes trataban de que compraras artesanía o te hicieras fotos con el pobre Yak que podéis ver en la foto, pero sobre todo las montañas eran la estrella de las miradas.
Ahí desde las alturas podíamos ver una buena extensión del lago y al fondo la cordillera de montañas nevadas. Una vista excepcional que hizo que camináramos por una pradera relajándonos, recibiendo los cálidos rayos del sol y pensando que afortunado éramos por estar en ese paraíso natural.
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