sábado, 23 de febrero de 2019

FRÍAS LA CIUDAD MÁS PEQUEÑA DE ESPAÑA, Y UNA DE LAS MÁS BONITAS (FRÍAS - CASTILLA Y LEÓN - ESPAÑA)



Cuando te acercas al pueblo puedes leer un cartel que reza orgulloso “Bienvenidos a Frías, uno de los pueblos más bonitos de España”. Afirmación que lejos de ser presuntuosa, es una verdad como la copa de un pino. No hay duda de que en nuestro país hay decenas y decenas de pueblos bonitos, como tampoco hay duda de que de Frías es uno de ellos.

Cuando te acercas al pueblo desde lo lejos te parece estar viajando a otra época, y es que Frías hoy en día mantiene su imagen medieval, con el castillo de los Velasco a un lado y la iglesia de San Vicente al otro, los edificios antiguos mantienen su estética adosada y su estructura clásica, contando con numerosas “casas colgadas” que desafían las leyes de la gravedad. Las construcciones nuevas, por norma general, no desentonan en absoluto y el pueblo está muy bien cuidado.

Frías creció sobre un emplazamiento estratégico para cruzar el río Ebro, data del siglo IX y pronto empezó a ser una localidad prospera. Frías pese a tener poco más de 200 habitantes ostenta el titulo de ciudad, y es que en 1435 paso de villa a ciudad por orden del Rey Juan II de Castilla. Lo que la convierte en la ciudad más pequeña de España.

Nuestra visita a Frías fue improvisada, llevábamos mucho tiempo queriendo visitar la ciudad, pero nunca nos había coincidió un acercamiento por la zona. Aquella mañana amanecimos en Madrid, dispuestos a hacer una ruta de montaña por la sierra madrileña, pero no preveíamos el flujo de gente que iba a traer un soleado domingo de febrero en las cumbres nevadas. Por lo que tras una pequeña vuelta por la montaña decidimos que dejaríamos el senderismo para otro día y sobre la marcha decidimos irnos a Burgos a comer y luego acercarnos a Frías.

Llegamos a Frías sobre las 4 de la tarde después de hacer la visita a Burgos y degustar un magnifico Bacalao a la burgalesa en uno de sus restaurantes. Frías nos impactó ya desde la lejanía, veníamos riéndonos de una jugarreta que el GPS nos había jugado minutos antes cuando de repente el pueblo apareció en el horizonte, y nos quedamos con la boca abierta ante su impresionante “skyline” y es que, pese a su diminuto tamaño, la visión del conjunto de la ciudad desde la distancia es una imagen preciosa como podéis admirar en la foto.

Como la puesta de sol estaba próxima y aun nos quedaban muchos kilómetros hasta nuestra casa en Asturias, empezamos a patear el pueblo de arriba abajo, y por supuesto volvimos a la carretera general en busca de inmortalizar la estampa que nos había impresionado unas horas antes. Eso si nos las vimos para lograr una foto decente sin obstáculos “antinaturales” de por medio.


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