No me gusta el final de los viajes, si, por norma general llevas un cansancio acumulado enorme, y tu cuerpo pide descanso, y también en el fondo volver un poco a la rutina, dedicarte a tus otras aficiones y estar con los tuyos. Pero por otra parte algo me dice que a las pocas semanas me entrará ese síndrome post vacacional, que me obliga a ver cientos y cientos de fotos de otros nuevos destinos. Me lleva a echar de menos la vida de aquí para allá, el descubrir a cada instante cosas nuevas, el mezclarme con otras culturas, el sentirte libre… tantas y tantas cosas que experimentas al viajar y que raramente puedes sentir en la rutina que nos imponen nuestras obligaciones diarias. Mientras escribo esto por mi mente rondan decenas de posibles próximos destinos, pero tengo que apartarlos un poco de la cabeza para no pensar que aún queda mucho para volver a viajar.
Aquel día era el último de nuestro viaje por China, Hong Kong era nuestro destino final para desde ahí coger uno de los aviones que nos llevarían de vuelta a nuestro hogar. Cansados ya después de casi tres semanas deambulando por ahí, la enorme ciudad nos había abrumado al principio, pero después de dar unas cuantas vueltas por algunos de sus rincones nos animaba y deseábamos al menos tener unos días más para dedicarle a Hong Kong. Mientras íbamos apresurados camino del metro que nos llevaría al aeropuerto, me pare un instante en un paso elevado a hacer una última foto al viaje. Aún era muy inexperto con mi cámara, tan solo llevaba un mes con ella. Cuando procesé la foto un tiempo después, decidí retocarla con un efecto Tilt Shift, el caso es que entonces me gustó, aunque el efecto no queda del todo bien al no tener unas líneas que la recorran recta de un lado a otro, pero resulta llamativa.
El otro día buscando fotos de China que subir (he perdido mi disco duro donde tenía estas fotos y otras más), la vi y decidí subirla, no es una gran foto pero es mi foto y mi momento y con eso vale para estar aquí.
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