domingo, 2 de diciembre de 2018

LA ETERNIDAD EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS (CAÑÓN DEL COLORADO - ARIZONA - EEUU)



Dicen los que saben de esto, que si resumiéramos la historia de nuestro planeta en lo que dura un día, la huella del ser humano en él, tan solo ocuparía los últimos cinco minutos de esas 24 horas. O lo que es lo mismo, llevamos “tan solo” 4 millones de años (desde la aparición del primer primate del género Homo, si hablamos de nuestra especie es muchísimo menos) en un planeta que tiene alrededor de 4500 millones de años.

Lo que tenéis ante vuestros ojos es el Gran Cañón del Colorado, un inmenso cañón excavado en un altiplano durante unos 6 millones de años por el rio Colorado. Un trabajo paciente, descomunal, ajeno a gran parte de los cambios del mundo, empezó antes de que nosotros estuviéramos aquí y seguirá posiblemente, cuando ya ningún humano pise el planeta.

Una muestra de lo insignificantes que los seres vivos somos en el tiempo. De lo poderosos que nos sentimos y de lo frágil de nuestra existencia. Ni siquiera el árbol, que luchó, encaramado al borde del abismo entre las grietas de las rocas por llegar a lo más alto buscando los rayos del sol, es ajeno al paso del tiempo.

Somos efímeros, todo ser vivo lo es, si tenéis en cuenta estas magnitudes, nuestra vida es un abrir y cerrar de ojos. Un abrir y cerrar de ojos que en un principio nos ofrece la posibilidad de disfrutarlo como queramos, aunque cuando nacemos no somos conscientes de la cantidad de golpes que nos va a dar la vida, y poco a poco ese “como queramos” se convertirá por desgracia para la mayoría de nosotros, en un “como quieran”.

Algunos incluso, cerrarán injustamente sus ojos mucho antes de lo que deberían, dejando en los demás una tristeza y un vacío enorme. Pero también dejarán su recuerdo en nuestra mente y en nuestro corazón, una huella tan marcada e imborrable, como la que el rio Colorado deja en este cañón.

Y eso es lo que, a pesar de ser efímeros y frágiles, nos hace especiales, singulares, únicos. La capacidad de sentir, y de hacer sentir, de marcar a otras personas con nuestros actos, con nuestras palabras, eso, nos convierte en “eternos”. Por eso, en este abrir y cerrar de ojos que es nuestra existencia, cada uno debemos elegir como queremos pasar a esa “eternidad”.


Tú has dejado una huella preciosa e infinita en cientos de personas. Te echo tanto de menos…



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