La vida de una persona, hablando metafóricamente, se asemeja mucho a una carretera, tiene su comienzo y su final y está llena de tramos de diferente dificultad, con curvas pronunciadas largas rectas, y continuas subidas y bajadas.
La Ruta 66, la carretera histórica que cruza una gran parte del territorio estadounidense se caracteriza por sus largas e “infinitas” rectas en la mayoría de su trazado. Mientras conducíamos por ella camino de Kingman, el sol de octubre reconfortaba a través de los cristales del coche tras una fría mañana, en la carretera apenas se apreciaba tráfico, a nuestro alrededor bastos campos se extendían hasta donde alcanzaba la vista, la tranquilidad era absoluta.
Mientras, pensaba en esto, en la cantidad de curvas que había tenido este año, una de ellas la más difícil y dura de mi vida, una de esas curvas que te dejan marcado para siempre, un revés brutal. En ese momento, cuando más te he necesitado en estos siete años juntos, estabas ahí, para darme fuerzas, a mí y a todos los demás, a toda nuestra familia. Estabas ahí para ser la mano a la que cogerme y el hombro en el que apoyarme. Para secar mis lagrimas e intentar que volviera a sonreír.
Te miraba, en tu asiento, medio dormida y me sentía afortunado por tenerte en mi vida, el viaje estaba siendo genial, y aunque el cansancio empezaba a acumularse, no quería que esa carretera llegara a su final, quería conducir por esos parajes más tiempo, seguir sintiendo esa tranquilidad, esa serenidad, pero el viaje continuaba y aun nos quedaba mil cosas que hacer, y cientos de momentos preciosos que se quedarían para siempre en nuestra memoria.
Durante estos 7 años juntos no has parado de traer cosas buenas a mi vida, día tras día, hemos disfrutado de grandes cosas y superado todos los obstáculos. Este año que se avecina, seguirá plagado de rectas, curvas y lo que quiera traernos la carretera. No importa, sé que contigo a mi lado todo será más fácil.
Feliz aniversario Cova. ¡Te adoro!
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