domingo, 25 de noviembre de 2018

EL PEQUEÑO ARTISTA DE LA ARENA (AO NANG - KRABI - TAILANDIA)


Me gusta la playa, pero tirarme horas en su arena para tostar al sol no es ni de lejos mi pasatiempo preferido, y mucho menos si el sol de mediodía abrasa de tal manera como lo hacía en Ao Nang (Krabi). Mi piel tampoco está muy preparada para ello, así que en esas horas, suelo buscar una buena sombra y me entretengo con algo. Como no podía ser de otra manera las fotogénicas playas de Tailandia pedían a gritos un pequeño paseo fotográfico.

Tan entusiasmado estaba con mis quehaceres que no me di cuenta de que justo al lado de mi pie tenía un acompañante, que se mantenía inmóvil como una estatua intentando pasar desapercibido, no fuera que yo me diera cuenta de su presencia y se me antojara como comida. Aparté mi pie suavemente y retrocedí para poder agacharme, entonces el pequeño cangrejo vio la oportunidad de huida y corrió raudo un pequeño tramo en busca de un escondite que le protegiera de tan enorme amenaza. Procuré respetar su huida, no quería asustarlo demasiado, me tumbé en la arena, cerca de él y se quedó inmóvil de nuevo, lo justo para dejarme hacer unas fotografías.

Luego, paseando por las diferentes playas, vi que estos pequeños crustáceos son muy habituales en sus arenas. Su nombre es “cangrejo burbujeador de arena”, un nombre que engloba varias especies diferentes, pero diseminadas principalmente por las costas del océano Pacifico. Ellos son los causantes involuntarios de los curiosos y preciosos dibujos a veces casi geométricos, hechos de pequeñas bolas de arena, que podemos observar en la parte de la arena aún sigue mojada.

Durante la marea baja, estos diminutos seres, emergen de sus agujeros dispuestos a comer, en la arena mojada quedan numerosos seres microscópicos, detritus y plancton que constituyen la base de su alimentación, por lo que laboriosamente se ponen a registrar cada grano de arena, en el proceso, van formando pequeñas bolas con la arena que ya han registrado y las van dejando tras de sí. Así saben bien donde han registrado y recogido su comida. Y en el proceso van dibujando curiosas formas, apreciables para los ojos de quien puede ver el terreno desde una perspectiva muchísimo más alta.

El diminuto ser continuó con su camino y yo con el mío, el satisfecho por haber evitado un “peligro” y yo satisfecho por haber tomado la foto que veis.


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