lunes, 22 de octubre de 2018

EL ANFITEATRO DE BRYCE DESDE SUNSET POINT (BRYCE CANYON - UTAH - EEUU)


Cova siempre me decía que lo que más ganas tenía de ver era el cañón de Bryce. No era para menos, destacar entre los parques nacionales de Utah ya tiene mérito, tienes como competencia Zion, Canyonlands y Arches. Pero a pesar de eso, Bryce siempre suele aparecer en las fotos cuando indagas sobre que ver en este elevado estado. El cañón de Bryce es sumamente llamativo por sus formas, realmente no es un cañón, sino un anfiteatro plagado de unas estructuras naturales llamadas hoodoos o chimeneas de hadas. Estas estructuras geológicas se formaron por la actuación de agentes erosionadores como el agua, el hielo y el viento, durante millones de años. Antes de iniciar el viaje estábamos entusiasmados con esta visita, pero pocos días antes de llegar a Bryce la cosa no pintaba bien…

Cuando llegamos a Mesquite después de una larga travesía desde Mammoth Lakes, y tras atravesar Death Valley, nos llevamos una decepción al ver que las previsiones del tiempo no mejoraban, el caluroso día que habíamos tenido en el Valle de la Muerte era algo normal y lógico de esa zona, pero la mayor parte de los estados centrales del oeste de EEUU seguían con la ola de frio que nos perseguía haya donde íbamos, por lo que de las lluvias en Zion, pasamos a la nieve en Bryce.

Si así como lo leéis, nieve, y si bien es cierto que en Bryce la nieve es habitual todos los años en las estaciones más frías, dado que su altitud supera los 2000 metros sobre el nivel del mar, nos fastidiaba un poco que con el tiempo tan justo nevara justo el día que pasábamos por ahí. Llegamos a Bryce en un momento ya que la noche anterior la habíamos pasado muy cerca de su entrada. Llovía intermitentemente y en el tiempo que nos paramos a tomarnos un buen desayuno de campeones típico del país, empezó a nevar fuertemente, salí al parking pensando que el hombre del tiempo en EEUU y para nuestra desgracia era de lo más fiable que había.

Nada más entrar a Bryce decidimos hacer lo más recomendado y eso era recorrer la carretera hasta el mirador de Rainbow Point y luego ir parando a la vuelta en todos los miradores que nos apeteciera, así además igual iba amainando la nevada y al menos podíamos ver algo. Según recorríamos la carretera más nevaba y al llegar a Rainbow Point todo estaba cubierto ya con una fina capa de nieve.

Nuestro objetivo al planear meses antes la visita era hacer una pequeña ruta de senderismo por el anfiteatro llamada Navajo Trail Loop y luego subir hasta otro mirador con otra ruta llamada Queen´s Gardens, pero casi que lo habíamos descartado ya, el terreno tenía que estar muy resbaladizo y la nieve no permitía ver mucho más allá de unos metros por delante de tus narices.

Íbamos parando en la mayoría de los miradores y la nevada seguía, en algunos apenas se veía algo, empezábamos a pensar en que dedicar el resto del día, al menos en Page, donde íbamos a hacer noche daba menos posibilidades de precipitaciones, y en Page había mucho que ver… Y así de repente, cuando llegamos a uno de los miradores más famosos, Sunset Point, la nieve dejo de caer, y justo ahí en ese punto, empezaba la pequeña ruta Navajo Trail que era la que teníamos pensado hacer, la gente bajaba tímidamente por las empinadas rampas entre las “chimeneas de hadas” (otro día hablaremos más a fondo de la geomorfología del parque) para hacerse por fin fotos con el paisaje nevado. Nosotros nos animamos a hacer lo mismo, al menos para obtener alguna foto bonita del parque, tanto nos animamos a andar que al final acabamos haciendo la primera parte de la ruta casi sin darnos cuenta, por lo que decidimos seguir hasta el final, el mirador Sunrise Point, con el tiempo los senderos del anfiteatro empezaron a llenarse de gente, y ya no éramos nosotros solos, incluso algún rayo de sol se colaba entre las nubes.

La alegría volvió a nosotros, lo que empezó siendo un día gris se había convertido en un día precioso, pero no sabíamos cuánto tiempo iba a durar la situación, por lo que aprovechamos esos instantes. Y así fue, cuando empezamos a ver el final del recorrido la lluvia y la nieve empezaron otra vez a amenazar, nos dio tiempo a tomar alguna foto del anfiteatro, como veis muy corrientes, y justo al llegar a nuestro coche empezó a llover con fuerza. Satisfechos y aunque nos hubiese gustado repasar de nuevo los miradores sin las inclemencias del tiempo, pusimos rumbo a Page al calor de la calefacción del coche.



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