lunes, 9 de julio de 2018

LAGO DI CAREZZA (BOLZANO - ITALIA)



Aquel día en los Dolomitas, era el único en que la previsión meteorológica anunciaba lluvias continuadas durante toda la jornada, así que decidimos dedicarlo a otro tipo de visitas fuera de las rutas de senderismo por alta montaña, queríamos ver algunos de sus preciosos lagos, visitar con calma alguno de sus pintorescos pueblos y si fuese posible incluso subirnos a un teleférico que nos proporcionara unas buenas vistas, aunque con lo nuboso que estaba el día esta última era una opción que casi teníamos descartada.

Hasta aquí todo perfecto, pero hay una cosa que se cumple siempre en tus vacaciones, y es que siempre tienes algún día que por lo que sea, tus planes salen completamente del revés. Despertamos en la localidad de Falcade temprano, habíamos quedado con el servicio de atención de carretera de nuestra empresa de alquiler de coche, porque nos estaba dando problemas con el arranque, la batería estaba fallando y necesitábamos un mecánico que nos solucionara el problema, después de un buen rato esperando (era domingo). En el hotel se nos presentó un mecánico que comprobó todo y vio que el coche no arrancaba, por lo que uso las pinzas para arrancarlo, pensamos que tras rodar los kilómetros que nos separaban del lago Di Carezza la batería funcionaria decentemente hasta que devolviéramos el coche dos días después…

Felices por haber superado el escollo del camino nos dirigimos al lago, al ser fin de semana estaba abarrotado de turistas, a pesar de que el tiempo era inestable y llovía intermitentemente, tras pasar el centro de visitantes y bajar por un túnel muy bien acondicionado todos los disgustos que habíamos sufrido las horas previas se disiparon y dejaron paso al asombro. Ante nosotros estaba un lago precioso, rodeado de frondosos bosques de abetos que se reflejaban en sus cristalinas aguas con fondo turquesa. La niebla se mezclaba con ellos por momentos y a veces se disipaba dejando ver las imponentes cumbres del macizo Latemar. En el fondo del lago se puede apreciar cantidad de materia orgánica de origen vegetal, que le dan ese toque tan característico a su fondo. El lago no recibe agua de ningún riachuelo, ni arrollo, si no que le llega en su mayor parte de forma subterránea, eso provoca que sus aguas permanezcan totalmente quietas, y esa quietud es lo que le da esa traslucidez que nos hace pensar que estamos mirando a través de un cristal.

Un camino acondicionado recorre todo su perímetro y desde el comenzaban varias rutas de senderismo por los alrededores, nosotros nos limitamos a seguir el sendero principal, rodeando el lago y parándonos en los numerosos miradores a sacar fotos y a respirar el aire fresco entre el olor a tierra mojada y a bosque. Cuando finalizábamos el recorrido y después de decenas de fotos, nos dimos cuenta de que había incluso un pequeño auditorio al aire libre donde hacia un rato una banda de música tirolesa había dado un recital para deleite de los asistentes.

Satisfechos por la visita y reafirmándome una vez más en que un día lluvioso no tiene por qué ser aburrido, nos dispusimos a comer, para al termino, coger el coche y desplazarnos al siguiente objetivo. Fue meter la llave en el contacto, girarla y maldecir en castellano y también en asturiano decenas de veces. La batería había dicho basta una vez más, y eso nos metía en un grave problema, estaba claro que cada vez que apagáramos el coche la batería no iba a arrancarlo al siguiente intento, y aun nos quedaba ese día y otro más en los Dolomitas antes de volver a Verona (en el que íbamos a ver las tres cimas de Lavaredo), la oficina de alquiler más cercana estaba a unos cuantos kilómetros y además era domingo.

Tuvimos suerte de que, en el parking, cercanos a nosotros había una pareja compuesta por un amable y simpático italiano y una no menos amable y aún más simpática colombiana que se ofrecieron a ayudarnos, acercaron su coche al nuestro y con las pinzas logramos arrancarlo de nuevo…

Y ahí empezaba la aventura y el reto de lo que quedaba del día, dedicarnos a solucionar el problema. Con un viaje a Bolzano para comprobar que la oficina cerraba el domingo, con varias llamadas hablando en ingles con el servicio de atención al cliente de la compañía, y con una visita a Verona… Si Verona, a más de 150 km de Bolzano para cambiar el coche, ya que era la oficina abierta más cercana y nosotros necesitábamos el coche para completar las visitas que nos quedaban en los Dolomitas. Y todo eso sin poder apagar el coche, tensos y temblando en cada semáforo, en cada cruce, en cada parón para que no se me calara el coche… Y aun así, nos reímos, nos divertimos, y a pesar de todo conseguimos que el día fuese inolvidable, pero eso es otra historia…





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