El día había sido muy completo, cansados de caminar ya para aquí para allá por Kioto, y tras un baño relajante en el onsen del hotel, subimos al autobús para dirigirnos a la zona de Gion, y visitar el santuario Yakasa que ya habíamos visto muy por encima días anteriores. Pero justo cuando el autobús estaba llegando a la parada, una de esos diluvios tan habituales en las tardes de verano empezó a caer, por lo que tuvimos que refugiarnos en un local en el que con unas buenas cervezas y un poco de sushi esperamos a que amainara la tormenta. Al entrar al santuario todo era espectacular, la noche había caído y todo se iluminaba con farolillos, el suelo húmedo reflejaba las luces por doquier, y en ambiente tras la lluvia era fresco y agradable, nos perdimos por sus numerosos recovecos, pero sin duda lo que más centro nuestras miradas es esta estructura del centro, un escenario llamado Bunden, donde se celebran en ocasiones espectáculos de danza, y no solo eso, también se pueden ver bodas sintoístas, en nuestra visita había unos monjes sentados en el centro, en lo que era una especie de ceremonia a las cosechas, no obstante los numerosos farolillos del recinto son donados por empresas locales para pedir prosperidad en sus negocios.
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