domingo, 25 de agosto de 2019

EL ARCOIRIS DE LA BAHÍA DE TOKIO (ODAIBA - TOKIO - JAPÓN)

Rainbow Bridge

Cuando visitas Japón es fundamental perderse entre su naturaleza, entre su patrimonio cultural, sus costumbres, pero no menos fundamental es meterse de lleno en la modernidad, en la tecnología, en su arquitectura “futurista”.
Ya hemos dicho decenas de veces que Tokio es una amalgama llena de contrastes, en la que podemos sentir el Japón feudal, como el Japón más futurista en tan solo unos pasos.

Odaiba es una isla artificial situada en la bahía de Tokio, que tiene mucho que ofrecer al viajero. Construida en 1853 como fortaleza defensiva, poco a poco según Japón fue entrando en la modernidad fue convirtiéndose en una de las zonas mas modernas de la megalópolis que es Tokio, en un proceso lento que empezó a acelerarse en los 90 cuando muchas empresas trasladaron sus sedes a la isla, fue entonces cuando se empezaron a construir en ella edificios espectaculares, y junto a ellos centros de convenciones, hoteles, y numerosos servicios de restauración y ocio. Incluso en la isla podemos “disfrutar” de las dos únicas playas de Tokio, y pongo disfrutar entre comillas porque en ellas (cosa lógica por otra parte) no está permitido el baño y hasta una réplica de la estatua de la libertad.

Llegar a la isla desde el centro de Tokio es facilísimo ya que cuenta con numerosas infraestructuras de transporte que te dejaran en un momento en pleno centro de Odaiba, pero sin duda hay dos recomendadas, una es el ferry, que te dará una preciosa vuelta por la bahía de Tokio, y otro es el monorraíl, que fue el que nosotros tomamos. Un medio de transporte sin conductor y amplios ventanales que atraviesa por las alturas los altos edificios de la ciudad acercándose al mar, el cual cruza a través del Rainbow Bridge, el puente que veis en la foto, ofreciéndonos unas preciosas vistas de todo el entorno.
Inaugurado en 1993 este puente se ha convertido en uno de los iconos del skyline de la ciudad, por la parte superior pasa la autopista Shuto, mientras que por la cubierta inferior discurre la vía del monorraíl y férrea, y las pasarelas peatonales (si queréis podéis cruzarlo andando, pero tiene restricciones horarias.)

El puente se ilumina por la noche con diferentes colores que van variando, estas luces son alimentadas con la energía solar que el puente obtiene durante el día, y crean un espectáculo visual muy recomendable al anochecer, con la ciudad iluminada al fondo y los barcos, muchos de ellos iluminados también con llamativas luces cruzando la bahía. Al fondo, y aunque en la foto no se aprecia bien porque no la tomé desde un punto alto, se puede ver también la espectacular Torre de Tokio (con su forma inspirada en la Torre Eiffel) iluminada.
Odaiba bien merece una visita de medio día, siendo el momento mas adecuado al anochecer, y aunque no vamos a poder evitar aglomeraciones de gente, tiene lugares mas tranquilos donde sentarse y disfrutar de las vistas. Su gran oferta de ocio y gastronómica la hacen ideal para cenar y disfrutar de la noche, aunque nosotros después de una visita a los puntos más interesantes, cansados y con una excursión programada a Kamakura el día siguiente decidimos volver para cenar algo rápido y descansar.


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