viernes, 30 de agosto de 2019

DESPUÉS DE LA TORMENTA, LLEGA... LA BELLEZA (KIYOMIZU-DERA - KIOTO - JAPÓN)

Kiyomizu-dera

Íbamos comentado en el avión que en cualquier viaje que hagas siempre vas a encontrar algo de lo que quieres ver en reformas, y es que todos los templos o estructuras no son ajenos al paso del tiempo y necesitan siempre “una mano de pintura”, teníamos claro que no íbamos a ver en Torii de Miyajima por encontrarse lleno de andamios (aunque un golpe de suerte posibilito que lo viéramos totalmente libre), y que Kiyomizudera no iba a ser totalmente visible. Aun así este último, al encontrarse en Kioto, donde íbamos a pasar casi una semana, era una visita prácticamente ineludible. Y es que Kiyomizudera es una de las atracciones estrella de la ciudad, situado en una colina en el distrito de Higashiyama, su nombre significa literalmente “templo del agua pura” y es que en su entorno se sitúa la cascada de Otowa que le dio nombre. El templo, como pasa con muchos de los templos en Japón, es una reconstrucción del original de 778 (este fue construido en 1633), que como no podía ser menos y como los otros, fue pasto de las llamas producto de las innumerables batallas que se extendieron por el territorio japones.

Según nos bajamos del autobús, y empezamos a caminar dirección al templo la tormenta que amenazaba desde hacía varios minutos, empezó a descargar sobre nuestras cabezas, una tromba de agua con relámpagos y viento racheado que hizo que las calles, hacia unos minutos abarrotadas, quedaran desiertas, nosotros cobijados en la recepción de un hotel, gracias a la hospitalidad de los japoneses (nunca me cansaré de decir lo amables que son), esperábamos pacientes a que amainara, al salir, el agua había refrescado el ambiente, pero sobre todo había dejado un cielo espectacular, por el que se filtraban los rayos del sol dejando un ambiente bucólico.

Pese a que el pabellón principal estaba cubierto por las mencionadas obras de reforma, el recinto del templo es enorme, y en el podemos dar un largo paseo disfrutando de otros edificios libres de andamios, pagodas, fuentes, y miradores, como este de la foto.
A la derecha podéis ver el pabellón principal de Kiyomizudera, cubierto por las obras, pero la foto merecía muy mucho la pena, y es que, en ese justo momento, con la pagoda del templo y la ciudad de Kioto al fondo, los rayos del sol, ya escondiéndose para dejar paso a la noche, se filtraban entre los huecos que dejaban las nubes dando un espectáculo de luz a todos los que paseábamos por el templo. No dudamos en sacar las cámaras para intentar inmortalizar el momento, pero por muchas fotos que saques, sabes que nunca van a expresar suficientemente la sensación de vivirlo en persona.



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