jueves, 6 de septiembre de 2018

UN BALCÓN SOBRE LA PLAYA DE LA CONCHA (SAN SEBASTIAN - ESPAÑA)


Es cierto que cuando uno quiere sacar fotografías espectaculares de playas raramente acude a playas de entornos urbanos, la naturaleza siempre gana por goleada a la mano del hombre cuando se trata de belleza. Aun así, hay algunas playas de ciudad que, por míticas, por bien cuidadas o por sus vistas al mar, tienen una belleza especial. Una de las más bonitas de España es sin duda la playa de la Concha en Donostia / San Sebastián. Posiblemente la playa más fotografiada del país, y también uno de los puntos más visitados de la ciudad, sea la época que sea.

Nosotros la visitamos en noviembre hace ya unos años, una escapada de unos días al siempre interesante País Vasco, que nos recibió con un tiempo ya invernal, pero como a nosotros nos encanta este clima, y no hay lluvia, viento o nieve que nos impida disfrutar de un buen día, paseamos por San Sebastián, a veces con paraguas y otras sin él, pero disfrutando de cada rincón de la ciudad. Recorriendo la playa desde su inicio cerca del monte Urgull para irnos hasta el peine del viento en el otro extremo de la bahía, empezamos a parar en no pocos sitios para tomar fotografías. Así, antes de llegar al final de la playa, justo cuando ya veíamos al fondo el palacio de Miramar, nos encontramos con una pequeña explanada justo al final de la playa de la concha.

La Plaza del Bicentenario, como así se la conoce, es una pequeña superficie a modo de balcón, con unas magníficas vistas a la bahía de la Concha, en su superficie, solo dos bancos, y una pequeña escultura como homenaje a Fleming. Un día tranquilo, puedes sentarte a disfrutar de las vistas de la bahía, relajarte con el sonido de las olas e incluso leerte un buen libro. Pero, aunque nuestro día era tranquilo, las nubes del cielo no aconsejaban quedarse mucho rato en el banco, aun nos quedaba un buen trozo de bahía que recorrer por lo que tras las fotos de rigor nos pusimos en marcha rumbo al Peine del Viento, el cual no pudimos ver (aunque yo ya lo había visto en otras ocasiones) porque las olas originadas por el temporal habían derruido una parte de los accesos. Dimos media vuelta y seguimos con lo que teníamos planeado, tocaba subirse al funicular que nos llevaría al monte Igueldo.


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