domingo, 16 de septiembre de 2018

LA ARENA DE VERONA (VERONA - ITALIA)



En Italia vamos a encontrarnos un sinfín de ciudades con un tremendo interés cultural, sin duda una de ellas es Verona. La preciosa ciudad de la región del Véneto nos transporta a otras épocas mientras paseamos por sus calles históricas. No en vano es el escenario de la comedia de William Shakespeare Romeo y Julieta (en la versión más antigua de la obra era Siena). Preciosos puentes, bellas plazas y numerosos edificios históricos, pueblan sus calles en el casco histórico, pero sin duda uno de los más famosos es su arena.

 Situada en la Plaza Bra, es un anfiteatro que en los tiempos del imperio romano y en todo su esplendor, fue el tercer anfiteatro en tamaño de todo el imperio. Construida el año 30 d.C. a las afueras de la muralla de la ciudad, en él se celebraban multitud de juegos y espectáculos, muy al estilo de los que tenían lugar en el Coliseo, por lo que atraían a los habitantes de otras ciudades, a veces incluso situadas a varios días de caminata. Ahí, durante siglos la arena fue testigos de no pocos cambios en la ciudad, en la región y en toda Italia.

En el siglo XII, parte de su estructura se desmoronó por un fuerte terremoto en la zona. Sus materiales derruidos fueron usados por la población para levantar otras estructuras, la arena, siglos atrás símbolo de la cultura y la diversión pasaba por sus peores momentos. Con la llegada del Renacimiento, la arena empezó a brillar de nuevo tímidamente, en este periodo no pocas personas se percataron de su historia y de su utilidad para representar no pocos eventos culturales. Por lo que se empezó a restaurar para devolverle su grandeza. Y ya en el siglo pasado empezó a usarse de manera continuada para representar operas, musicales y conciertos.

Su extraordinaria acústica lo hacen un lugar privilegiado para ello. Verona era un nodo central en nuestro viaje, pasamos por la ciudad no pocas veces mientras viajábamos desde el este de Italia, mientras íbamos y volvíamos del norte a los preciosos Dolomitas y cuando de ahí partimos en tren hacia el oeste de Italia camino de nuestro último destino, Milán. El tiempo que estuvimos en la ciudad fue más bien escaso, pero nos dio para dar un paseo nocturno por ella en una cálida y agradable noche de agosto. Días antes de comenzar el viaje habíamos sopesado sacar las entradas para Aida o Carmen, las dos óperas que se representaban esos días, pero al final tuvimos que descartarlas para dedicar el presupuesto a otras cosas. Nos hubiese gustado mucho, ya que viendo fotos y videos de los eventos realizados en la arena a uno le entran ganas de experimentar la sensación (salvando las distancias) de estar viendo un espectáculo, un poco como lo hacían los ciudadanos del imperio romano hace casi 2000 años.



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