Si hay una imagen clásica de los preciosos Dolomitas italianos es sin duda esta que veis, las Tres Cimas de Lavaredo. Y es que cuando alguien no muy puesto en el tema observa las fotos de estos tres picos, siempre le suele llamar la atención su característica forma y su aparente aislamiento del entorno.
Como la gran mayoría de las montañas de la zona, su composición se basa en dolomías, una roca sedimentaria de origen marino, si, aunque parezca mentira millones de años atrás la zona se encontraba sumergida, pero con el paso de los años y una vez ya emergidas, las montañas formadas se han ido erosionado por los agentes atmosféricos durante millones de años, en los que han perdido los estratos más blandos que las recubrían, creando las más caprichosas y espectaculares formas.
Así no es raro encontrarse enormes acumulaciones de montañas aparentemente aisladas unas de las otras y rodeadas de frondosos bosques de coníferas o extensas praderas. Muy diferentes a las formaciones que nos podemos encontrar a lo largo de la extensa cordillera de los Alpes.
Como decimos una de las más clásicas son estas tres “torres” que han sido testigos de no pocos eventos en su historia “reciente”, desde guerras, ya que como toda la región de los Dolomitas fueron escenario de combates durante las guerras mundiales, como de sucesos menos dramáticos y más agradables, como pueden ser actividades deportivas del tipo de ciclismo, carreras de montaña, escalada… Son visitadas año tras año por miles y miles de turistas que realizan algunas de las rutas de montaña que se pueden hacer por la zona, la más famosa, como no, rodearlas.
En un agradable y poco complicado trekking de va de 4 a 6 horas según el ritmo que le pongamos. Empezando en la preciosa localidad de Misurina, y pasado un caro peaje llegaremos en coche hasta el aparcamiento en el refugio de Auronzo, a partir de ahí ya con las imponentes cimas presidiendo la travesía empezaremos la ruta a pie que durante unas horas nos ofrecerá vistas impresionantes e iremos cambiando la orientación con la que vemos las cimas, y es que, aunque la ruta vaya a su alrededor y su imponente presencia sea hipnótica, también disfrutaremos de sus alrededores.
Así hasta que aproximadamente a mitad de la ruta lleguemos al magnifico refugio Locatelli donde podremos comer, o tomarnos algo, nosotros llevábamos comida y preferimos sentarnos por los alrededores, disfrutar un poco del soleado día y comer mirando a las cimas. Por la zona la gente no paraba de sacarse fotos, tomar el sol tumbados en pradera o en piedras, en definitiva, de disfrutar al encontrarse en uno de los lugares más bonitos de Europa y del mundo.
Y es que en ese punto es donde las cimas muestran su estampa más característica (la que veis en la foto es un poco antes de llegar a ese lugar), en la que se pueden apreciar claramente los tres picos, Cima Piccola o Kleine Zinne en alemán (2857m), Cima Grande o Grosse Zinne (2999m) y Cima Ovest o Westliche Zinne (2973m). Tienen los nombres en italiano y en alemán porque en esta zona se hablan las dos lenguas, incluso una más conocida como ladino.
Continuamos nuestra caminata, ya con el estómago lleno y los pies descansados desde este punto, aún queda la mitad del recorrido, y es cuando empiezas a encontrarte con gente que hace el recorrido en el sentido inverso, nosotros teníamos el tiempo algo ajustado puesto que era nuestras últimas horas en los Dolomitas y luego debíamos de coger el coche e ir a visitar fugazmente el no menos impresionante e imprescindible de ver Lago di Braies, para por fin poner rumbo a Verona donde dormiríamos, pero antes hicimos una pequeña parada en una pequeña cabaña llamada Malga Langalm convertida en un pequeño restaurante a estas horas ya hasta la bandera de gente descansando, decimos entonces hacer otro pequeño alto y tomarnos un café y un refresco, mientras descansábamos a la sombra.
El resto del recorrido lo hicimos con cansancio y con pena también al ver que se terminaban los días en esta preciosa región alpina del norte de Italia.
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