sábado, 10 de marzo de 2018

PÁJAROS, UN LAGO Y UN NIÑO QUE NO QUERÍA CRECER, EN EL CORAZÓN DE LONDRES (LONDRES - INGLATERRA)


No cabe duda de que toda gran ciudad tiene que tener un pulmón verde en su interior, es sumamente necesario, no solo ecológicamente si no también para el disfrute de las personas y animales. Está claro que no sustituye a una escapada por la naturaleza, pero la cantidad de beneficio social que puede suponer un parque en una ciudad es sin duda enorme.

Y si la ciudad tiene varios parques mejor, y si uno de ellos es inmenso, tanto que llegas a sentirte por unos instantes fuera de la frenética vida de la ciudad, aun mejor, y si llega el punto en el que adentrado en el parque, tu vista apenas puede ver los altos edificios, y tu oído apenas escuchar el tráfico, mejor que mejor. En Londres por ejemplo, tenemos Hyde Park un enorme parque en pleno centro de la ciudad que si lo totalizamos con su contiguo Kensington Gardens, se extienden conjuntamente en 250 hectáreas, rodeados por la gran urbe que es la capital inglesa.

Paseando por cualquiera de los dos parques tenemos decenas de actividades que realizar, podemos tumbarnos en el césped a disfrutar de unos rayos de sol, siempre y cuando el peculiar clima de Londres nos lo permita, podemos incluso realizar un pequeño picnic, disfrutar de alguno de los eventos culturales que diariamente se celebran en el parque, podemos acercarnos a The Serpentine, un enorme lago que divide prácticamente todo el parque en dos, realizar un paseo en bici… Es tan grande su extensión y son tantos sus recovecos que está lleno de rincones ocultos y con encanto.

Entrando en Kensington Gardens, por la zona donde los dos parques se juntan, podemos encontrarnos con uno de esos rincones “mágicos”. Un pequeño recoveco en el cual hace ya más de un siglo, un escritor escoces de nombre James Matthew Barrie se inspiró para crear uno de los libros infantiles más famosos de la historia, Peter Pan. En este rincón escondido podemos ver una pequeña estatua de bronce como homenaje al protagonista de la obra. La estatua original, fue colocada secretamente por el autor, ya que por lo visto en un principio las autoridades no le dejaban ponerla. Pero James que debía de ser muy persistente en sus deseos, encargó la estatua y la coloco clandestinamente en ese lugar. El acto debió gustar a la opinión publica ya que desde entonces este pequeño sitio ha sido respetado como tal y se ha instalado en tiempos más modernos, una estatua más majestuosa en él, dejándolo también debidamente acondicionado siendo objeto de visita de los miles de turistas que diariamente visitan el parque.

Y si, en la foto no veis la estatua, la escultura queda a mis espaldas en ese instante, y es que yo en ese momento era la tercera vez que visitaba el rincón, por lo que mientras mis dos acompañantes se dedicaban a observarla, mi atención se centró en el lago, justo en este sitio termina el enorme lago The Serpentine y empieza otro conocido como The Long Water, aunque este último comúnmente se suele entender que pertenece al primero. En ese momento el día, que hacía unos instantes estaba nublado, volvía a abrirse y los rayos de sol empezaban a colarse por los huecos que dejaban las nubes, los patos y demás aves que habitan en el lago no querían dejar pasar la ocasión de “secar” un poco al sol, así que volaron raudas a obtener un lugar privilegiado en lo alto de los postes, creando la curiosa imagen que veis.

En ese momento que sacaba la foto, la estatua de Peter Pan perdió un poco el protagonismo y la gente que estaba por la zona acudieron con sus móviles y cámaras atraídos por la idea fotográfica… Las aves siguieron impasibles ajenas a ello y sin ser conscientes de que por unos instantes le habían quitado un poco el protagonismo al niño que no quería crecer.

PD: Existen más estatuas similares repartidas por otros rincones del mundo, como Australia, Bélgica o EEUU, y quien sabe si también en el País de Nunca Jamás.

PD2: Aquí podéis ver la foto de la estatua, que seguro os quedáis con las ganas!



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