Por fin otoño (hace ya unos cuantos días), ya se me estaba haciendo pesado este verano y su calor agobiante, siempre digo que todas las estaciones tienen sus cosas buenas, otoño siempre es bienvenido, sus temperaturas, sus días más hogareños, sus inicios cargados de planes y proyectos para los meses venideros. Aquel día de finales de octubre, volvíamos de Tailandia, yo en pantalón corto me planto en el aeropuerto de Londres donde hacia ya un frio que pelaba, había pasado de los más de 30 grados de Bangkok, a los menos de 10 de aquella mañana en Londres. Así que tras un conveniente cambio de atuendo en los baños del aeropuerto nos largamos a dar una rápida vuelta por Londres, ya que nuestro avión a España no salía hasta la noche. Aquella tarde de otoño Londres estaba precioso, nunca había estado en esta estación, las otras tres veces había sido por el verano, y nunca lo había visto con esta estampa más… marrón. Las hojas caídas por sus numerosos parques, la gente, con una bebida disfrutando de los rayos del sol sentados en el césped, había hecho miles de kilómetros ese día, pero apetecía quedarse unos días, casi no saqué la cámara de su funda, pero no podía dejar de inmortalizar Londres en otoño.
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