La vida de Nápoles y las poblaciones circundantes al monte Vesubio siempre ha estado ligada para bien y para mal a la actividad del gigante, incluso algo tan terrible como la guerra se vio afectada por su furia. En marzo de 1944 en la Segunda Guerra mundial, con las tropas aliadas ya en la península itálica, el titán despertó para rugir con furia, destruyendo varias poblaciones cercanas, y afectando a los planes militares, destruyendo incluso toda una escuadra de B-25 de la USAF.
Desde entonces ha estado inactivo, siendo el periodo actual de calma el más largo de los últimos 500 años, por lo que los expertos viven alerta ante una eventual y cercana erupción, con el peligro que conlleva dado lo violentas que suelen ser y la densidad de población a sus “pies”. Pero un atardecer con el al fondo es seguro una de las más bonitas estampas que podéis admirar si os movéis por la zona.
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