Justo antes de que nos viéramos encerrados en nuestras casas, hicimos un pequeño viaje por la bella Italia, Nápoles era uno de nuestros destinos, Nápoles es una de esas ciudades que cuando llegas cuesta cogerle el gusto, pero poco a poco va entrando dentro de ti, asombrándote y cuando te vas, lo haces diciéndote de que aun te ha quedado un mundo por descubrir en ella, y que has de volver a hacerlo.
Uno de los sitios mas conocidos de la ciudad es la Piazza del Plebiscito, una enorme explanada justo delante del Palacio Real que tiene como monumento más reconocible la impresionante Basílica de San Francisco de Paula, con un estilo neoclásico y una planta circular, que recuerda sobremanera al Panteón de Roma. Durante nuestras idas y venidas por la ciudad nos paramos unas cuantas veces en la plaza a tomar fotos, ese día de febrero el sol había pegado con fuerza con un clima que para nosotros, “norteños”, parecía verano (yo iba en manga corta), al llegar el anochecer se ponía por las colinas de la ciudad y la vida nocturna empezaba, era el primer día de nuestra estancia y se hacia necesario tomar algo antes de degustar una deliciosa pizza… que pizzas!!!
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