El final de nuestro breve recorrido por la Ruta 66 estaba marcado en Kingman, una ruta que hicimos algo apresurados por la necesidad de estar en Las Vegas para devolver el coche antes de la hora marcada, lo cual no conseguimos, porque ya sabéis, vemos algo y siempre queremos parar (y yo paro menos de lo que desearía porque si no echaría una eternidad entre un sitio y otro). Llegamos a Kingman a la hora de comer, y después de hacerlo en el típico burger americano con ambientación cincuentera dimos una vuelta por el pueblo que guarda en su mayoría una estética similar, cargado de “pawnshops” (tiendas de segunda mano) con productos que os encantarían, también había sitio para el motor, multitud de establecimientos de esta temática sembraban su avenida principal, desde taller de motos, hasta lavado y encerado de automóviles, y como no, no podía faltar la clásica tienda de venta de coches de segunda mano con modelos clásicos americanos, no pudimos verla a fondo pero estaba plagada de los mas bonitos modelos, yo no soy un aficionado al motor y mucho menos a los coches, es un mundo que para mi resulta bastante desconocido, pero a la vista estaban muchos clásicos que ya son reconocibles por su presencia en la cultura popular, con ganas de cambiar nuestro Mitsubishi Outlander que ya nos había llevado por miles de kilómetros en suelo estadounidense por uno de esos modelos clásicos, subimos de nuevo al confort y la modernidad de nuestro coche de alquiler y pusimos rumbo a la ciudad del pecado.
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