sábado, 17 de febrero de 2018

LE MIROIR D´EAU, UN GRAN ESPEJO... DONDE REFRESCARSE (BURDEOS - FRANCIA)



Burdeos es sin duda una de las ciudades francesas más conocidas, ya no solo por estar en una de las regiones vinicultoras más famosa y prestigiosa del mundo, si no porque a lo largo de su historia ha sido un importante centro comercial, cultural y político de Francia.

Uno de sus espacios más famosos de la ciudad es la Place de la Bourse, a orillas del rio Garona que atraviesa la ciudad, se construyó en el siglo XVIII, y supuso un paso adelante en la historia de la ciudad, pues significó la apertura en esa zona de las murallas que por entonces rodeaban la ciudad.

La majestuosa plaza cuenta con unos imponentes edificios llenos de detalles en sus fachadas, en una parte está el palacio de la bolsa, que actualmente es la Cámara de Comercio de Burdeos, y al otro lado estaba el hotel des Fermes, que en la actualidad alberga el Museo Nacional de las Aduanas. En el centro de la plaza hay una fuente clásica que en la que al principio había una estatua ecuestre del rey Luis XV, que fue destruida en la época de la Revolución Francesa, y sustituida por otra en el mandato de Napoleón, la cual a su vez no tardo tampoco en ser sustituida por la actual, la fuente de las 3 gracias en 1869.

Y fue en 2006 cuando decidieron darle un toque moderno a la plaza incluyendo un espejo de agua, una enorme fuente a ras del suelo, que aparte de hacer un extraordinario efecto espejo como si de un estanque se tratara, expulsa agua con varios efectos, y puede ser pisada por cualquiera que lo desee. Sobre una superficie de 3450 m2, la fuente va cambiando la forma en la que el agua sale de ella en unos intervalos de tiempo determinados. Así puede lanzar pequeños chorros de agua que la inundan unos centímetros formando una lámina de agua que refleja los edificios de la plaza, como también puede lanzar agua pulverizada que crea una atmosfera de niebla en toda su extensión. El lugar como no podía ser menos llama la atención de niños y mayores que pueden pasarse horas jugando y refrescándose en toda su extensión.

Nosotros hacíamos una visita relámpago a la ciudad, por lo que nos propusimos ver lo imprescindible, ese día a mediados de junio una tremenda ola de calor azotaba el país, por lo que buscábamos las sombras como alma que lleva el diablo, cuando llegamos a la plaza no dudamos en unirnos a las decenas de personas que ya disfrutaban del agua del espejo, pasamos un buen rato disfrutando de todas las formas del agua, divertidos también con la cantidad de niños que lo pasaban como nunca corriendo de un lado para otro. Una vez frescos, nos pusimos en marcha de nuevo para terminar la visita a Burdeos, cuando ya llevábamos un rato andando y empezábamos a sudar por el agobiante calor, deseábamos volver sobre nuestros pasos a la hermosa plaza, una pena también no haberla podido ver al anochecer cuando hay menos gente en su extensión y el efecto espejo se hace más espectacular.


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