sábado, 5 de noviembre de 2016

MUELLE DEL ROSARIO Y LA TORRE DE BELFORT (BRUJAS - FLANDES OCCIDENTAL - BÉLGICA)



La preciosa Brujas dejó en nuestras mentes postales para el recuerdo, cada una de sus calles, de sus canales, de sus edificios, era una parada obligatoria para admirar. Eran ya las últimas horas de nuestra estancia en la ciudad, y habíamos recorrido su centro histórico ya unas cuantas veces, poco a poco el sol de febrero iba escondiéndose y tocaba descansar un poco de tanta caminata. Que mejor para ello que uno de los puntos más famosos de la ciudad, el Muelle del Rosario (Rozenhoedkaai), con sus edificios característicos y la torre de Belfort al fondo.

Hoy en día usado como embarcadero para los paseos en barca que recorren los canales de la ciudad, antiguamente fue uno de los centros neurálgicos de la ciudad.

Brujas cuyo nombre proviene de la palabra del noruego antiguo, Bryggia, que significa muelle, (Aunque su nombre actual Brugge es en idioma flamenco, puentes) nació de un asentamiento Vikingo desde el cual partían sus temibles incursiones tierra adentro.

Por ello el Reino de Francia por entonces en expansión vio en ello un tremendo problema para sus aspiraciones, por lo que decidió construir una fortaleza en la zona, a partir de aquí, muchos años después ya sin la amenaza vikinga, fue formándose una población que fue prosperando rápidamente gracias al comercio, facilitado por la posibilidad de transportar mercancías a través de sus extensos canales, convirtiéndose así en una de las ciudades más ricas y prosperas de Europa.

Una época dorada que duro hasta el siglo XVI donde la ciudad empezó su declive, perdiendo así todo el esplendor de sus buenos tiempos, un declive que la convirtió en una sombra de lo que fue. Y no fue hasta la segunda mitad del siglo XX, con el auge del turismo cuando la ciudad volvió a brillar, y la gente empezó a descubrir una ciudad, que tal vez por ese declive de los siglos anteriores mantenía aun intacta gran parte de su arquitectura, llamando la atención de los curiosos turistas, y despertando una nueva era de prosperidad para sus habitantes.

Una vez aquí, y si como nosotros ya has visitado la ciudad a fondo, hay que tomarse un tiempo para disfrutar del momento, puedes sentarte en cualquiera de sus terrazas (o dentro del local en invierno) para disfrutar de un buen chocolate caliente o una buena cerveza Belga, o puedes perderte por cualquiera de los establecimientos próximos, librerías, chocolaterías, tiendas de golosinas… todas con un encanto único.

La vuelta a la noche a este sitio es imprescindible tanto si te gusta la fotografía como si no, al caer el sol la zona se ilumina con un aire de cuento de hadas, los edificios se reflejan aún más en el agua, ahora tranquila sin el paso de embarcaciones, y con un trípode y algo de paciencia se pueden tomar fotografías realmente bonitas.


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